miércoles, 16 de diciembre de 2015

Reentrada

Regreso a casa de mis vacaciones en un coche igual al que veo irse por la misma carretera. Ese camino es una cremallera que se abre sexual, impúdica y libre al partir y se cierra intransigente cuando regreso. Se acaba el verano. Miro por el retrovisor y el asfalto ya no existe. Desvanecido, solo queda su marca, un boceto a lápiz, poco más. Ya no sirve de nada. Veo por la ventana árboles formando una hilera, ajenos. Escoltando al río que pasa entre ellos. De su lecho se alimentan. De eso no se da cuenta uno cuando está en la ciudad. Árboles en cadena: un río.
En casa, en la vida ordinaria, no nos damos cuenta de casi nada. La sordina de las costumbres, horarios, atenúa las sensaciones de la vida misma, a la que apartamos de nosotros. ¿Qué mierda es todo esto? ¿No puedo estar vivo más que un mes al año? ¿Sólo puedo ser libre solando? Intentaré sobrevivir al invierno, para poder oler la intacta, cruda verdad del siguiente estío.


Samir Abu-Tahoun Recio


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