Besos y caricias al despertar,
cada mañana finjo que duermo
para que roces mi cara como
si fuera de porcelana.
Abro un ojo y veo como te levantas,
me acurruco en las sábanas aún calientes,
huelo el olor de tu piel en ellas,
el olor de los sueños.
Sueños que construimos al enredarnos en esta historia
que jamás verá la luz,
porque cuando todo está a oscuras,
el silencio vuelve,
acompañado de soledad.
La ilusión se desvanece,
el deseo, sin embargo, crece.
Llega el momento, y entonces
soy consciente de que no estás,
te fuiste hace meses.
Mi alma inquieta cuando de nuevo se entera,
que no volverás.
Patricia Izquierdo Díaz
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