Como dos piezas engrasadas,
como un molde perfecto,
se adapta mi piel a tu cuerpo,
encajándose mis labios en tu boca,
en lentos y firmes movimientos,
danzando los instintos,
jugando a deslizarnos
tú en mí, yo en ti.
Sin disfraces.
Volamos.
Me llevas.
Haces magia
pintándome el gris de arcoíris,
soltando sueños al vuelo
para correr juntos tras ellos,
hablándome con los dedos,
provocándome sonrisas.
Y ahora que me llevas en brazos,
ahora que me dejo mecer,
que me concilias el sueño,
ahora que hemos reunido
los pedazos y parezco entera,
no me despiertes,
no me sueltes,
sujétame.
Nada mejor que tus brazos.
Nada mejor que tú.
Nada.
María Guivernau
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