Educar es lo mismo que poner un motor a una barca, hay que medir, pensar, equilibrar, y poner todo en marcha. Por eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja, que esa barca, ese niño irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertas distantes, hacia islas lejanas.
Gabriel Celaya
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