Esnifas la primera raya de la noche.
La cocaína se desliza hacia tu cerebro
como una bandada de gaviotas
y se posa en sus zonas dormidas.
Las despierta.
Comienza a parecerte otra cosa la velada,
sales del baño
como un automóvil del túnel de lavado,
ahora sí totalmente nuevo.
Te limpias los restos de luna blanca de tu nariz,
vuelves a la mesa,
allí te esperan tus compañeros de obsesión,
duelos de grandes corporaciones,
especuladores brillantes,
directores de empresa
preparadores para seguir la reunión
en la que nuevamente hablaréis
sobre cómo desangrar las venas de tu nación,
ahora que por fin
alcanzaste el sillón de presidente.
Marwan
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