domingo, 9 de mayo de 2021

Con S de amigos

 Tengo que reconocer que la primera que ha venido a mi casa nueva para intentar montar muebles aunque no lo conseguimos fue Ana, ayer como invitados en el máximo sentido de la palabra fue su prima Sonia y su pareja Sergio.

Muchas veces os he hablado de Sonia. Con la única de mis amigas que jamás he discutido. ¡Nunca! ¿Por qué? Misterios de la vida no resueltos. Sonia es la única persona que me conoce solo con mirarme un poco. Sabe que cuando he explotado es mejor no decir nada, porque no voy a razonar. Cuenta conmigo hasta veinte, o cien, lo que sea necesario. Y te permite hablar de todos los temas que necesites. Porque es la persona menos vacía que conozco, al contrario, tiene un cerebro privilegiado. Es un tesoro que por más que descubras de ella cada día, siempre quedan sorpresas. Hasta su genio, su forma de criticar cualquier cosa es dulce, lo baña en comedia para rebajarlo aunque su cara, su mirada... de vez en cuando la traicionan y ves sus sentimientos reales. Es más, cuando algo no le gusta o se siente incómoda, su expresión no verbal es la clave.

Ella tenía que ser la primera en venir. Porque siempre está, y en un momento así, no iba a ser menos. No podré criticarla en la vida por no llamarme a diario puesto que yo no lo hago, por no vernos más, o por jurarnos y perjurarnos que una vez a la semana tenemos que ponernos al día. No lo haremos. La dos vivimos concentradas en nosotras y los días de la semana se nos van entre las manos. Pero es que la verdadera amistad es eso. Estar cuando se tiene que estar y ya está.

Como he dicho siempre, es la mejor para ir a comprar ropa, la mejor para una tarde de charla, la mejor para un helado o una tarde de piscina porque el tiempo a su lado pasa volando. Es más, tenía pensado escribir sobre ella y poner una foto que nos hubiéramos hecho ayer los cuatro, pero no puede ser y tendré que tirar de Google. La cena pasó en un abrir y cerrar de ojos, entre risas, comidas, bromas, hipótesis y teorías que nosotras mismas nos montamos rizando el rizo de lo imposible. Pero así somos nosotras, nos reímos hasta de una piedra, porque la vida ya es suficientemente dura como para andar con la tragedia. Y tenemos a dos chicos al lado que nos dan alas y nos siguen el rollo. 

Conocer a Sergio (que mira que ha costado muchos años), ha sido una sorpresa. Mi Javi se ha "enamorado" de él. Amable, bromista, cercano, inteligente... Y todo lo opuesto a nosotras, no es nada rancio, ¡y sabe cocinar! Me alegro de haberte conocido Sergio porque ahora sé que mi Sonia ha estado y estará en buenas manos. De hambre no va a morir.

Muchas veces pienso en esto mismo. En este punto. Te puede caer bien una persona, como en este caso Sonia, pero es muy importante ver de qué tipo de gente se rodea por el dicho ese de "dime con quién te juntas y te diré quién eres". Y es verdad, mejor compañero de vida (siento catalogaros, ya quedamos ayer que todos somos muy modernos) no has podido encontrar. Sergio son las piezas que te faltan y es el éxito de ser un buen equipo.

Ya sabéis dónde estamos, a diez minutos de distancia, para un café, montar un mueble, una cena, un batido, una charla para arreglar el mundo o lo que se tercie, porque por gente como tú Sonia, merece la pena dar veinte vueltas al mundo a tu lado.

Hemos crecido. Hemos madurado. Nos hemos independizado y tenemos trabajo. Hemos dejado de ser las chicas que nos conocimos por casualidad en la universidad, ¡y quién me lo iba a decir! Ojalá pueda ir sumando muchísimos más momentos a nuestra amistad, a nuestra historia y que en algún momento, memoricemos ese rato con una foto. Pero ayer... estábamos ocupadas... Viviendo.



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