No llega cuando quieres, tampoco si lo fuerzas, no viene haciendo ruido.
No deja nada igual, no pide permiso para entrar y, lamentablemente, tampoco para irse.
No cree en ciertos cuentos, no es lo que nos venden porque con él solo no basta.
No duerme en todos los cuerpos que frecuentas.
Ya nos gustaría.
Y también nos gustaría que curara todo y nos salvara de nosotros, que hiciera de la pasión un frasco inagotable, que obrara el milagro de golpe y para siempre.
Jamás ensucia nada y no es él quien llena de fantasmas la cabeza de los hombres.
Quizá es su pérdida pero no él, nunca es él.
Ya sabes lo que es, lo dice el título, quien lo probó lo sabe.
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