domingo, 23 de mayo de 2021

Has ganado otra vez

 Has ganado otra vez.

“Me duele la cabeza a rabiar, pero feliz” ha sido lo que me acabas de contestar al preguntarte qué tal estabas, mientras te recogías el pelo para meterte en la cama después de un largo día.

Te duele la cabeza pero estás feliz. 

Imagino que es un buen resumen. Y que es una buena noticia. No obstante, te conozco (mucho más de lo que crees) y aunque me sonreíste, y sé que era una sonrisa sincera (tú y yo jamás nos sonreiremos sin ser de verdad) también sé que escondía una cierta preocupación.

Eres una luchadora, de eso no hay duda. Qué digo: eres una ganadora. Porque vas ganando, vas destrozando todos los problemas que se te ponen por delante a base de fuerza, fe y decisión, pero tú, siempre tan exigente, siempre tan melancólica, no te paras a entenderlo, y siempre dudas de ti misma ante todo esto: si lo estarás haciendo todo lo bien que podrías, si eres lo suficientemente fuerte... cariño, no existe mujer más fuerte en esta Tierra. Que ni tú misma sepas la fuerza que tienes no quiere decir que no la tengas.

Hoy has vuelto a superar esas condenadas revisiones en la espalda que tienes cada seis meses, esas que hacen que cuando se acerca la fecha estés irascible, inquieta, preocupada, recordando todo el dolor que tuviste que soportar en su día, espantando fantasmas que nunca se van lo suficientemente lejos como para perderlos del todo de vista. Ya sabes que yo, cuando entiendo que estás así, doy un paso al lado, me alejo, y no porque yo quiera, o porque no quiera saber de ti, sino porque siento que eso es lo que tú necesitas. No soy de insistir, pero ya lo sabes: yo siempre voy a estar a la distancia adecuada que necesites en cada momento. Que no se te olvide nunca.

No obstante, no quiero hablar más sobre ello. No es necesario. La revisión ha ido bien. Estás totalmente recuperada. Estás perfecta. Todos estos años de rehabilitación, de hacerlo bien y de luchar con toda la fuerza que tienes dentro han hecho (hace mucho que lo hicieron) que también hayas ganado esta batalla desde hace tiempo. 

Aun así, los días como hoy te sientes triste, y aunque el resultado sea un éxito, sé que en lo que piensas en estos momentos es en esa vez dentro de seis meses en que tengas que volver a enfrentarte a todo ello de nuevo, y de nuevo estés irascible, e inquieta, y preocupada, así que, como sé que eres una cabezona y si te lo digo directamente no me vas a hacer caso, ahora que ya estás en la cama te lo voy a contar a modo película, a modo cuento, a modo escena de esas que te gustan a ti, de esas clásicas de películas de adolescentes americanos, de baile de graduación en el gimnasio del instituto, de una mesa al fondo con ponche (siempre hay ponche) y de ti envuelta en un precioso vestido blanco.

Imagíname a mí medio arreglado (tampoco mucho, que nos salimos de la escena), con camisa y hasta peinado (más o menos), y hasta incluso puede que ni siquiera se me vean demasiado los tatuajes. Voy hacia ti -tan seguro de mí mismo, porque yo sé que el gimnasio está lleno de chicos más guapos, ricos y de mejor familia, pero que tú me prefieres a mí- que estás sentada (y preocupada), y con mi espontaneidad y mi encanto (lo siento, sí) te cojo de la mano y te llevo al centro de la pista de baile mientras suena esa lenta que tanto te gusta.

Tus manos entrelazan sus dedos detrás de mi cuello, y las mías se posan en tu cintura. Tú me miras, y aunque yo sonrío, tan seguro (porque tengo un plan que te voy a decir ahora mismo) tu sonríes, pero tu sonrisa no es completa (porque desconoces mi plan que te voy a decir ahora mismo).

Cariño, mírate. Has ganado de nuevo. Has ganado otra vez.

No te preocupes por qué pasará dentro de seis meses, porque seis meses es mucho tiempo si queremos que lo sea. Y como me gusta argumentar las cosas (ya sabes que a mí me encanta argumentar todo) voy a darte mil razones, a cuál más contundente:

Antes de seis meses tienes que vivir a full esta primavera maravillosa que aún no ha hecho más que desperezarse. Tienes que sacar los vestidos de verano del armario, guardar del todo los abrigos, y dormir solo con la sábana, sin el edredón, hasta empezar a dejar abierta la ventana por la que escuchas el mar y sientes como la brisa se va a la cama a dormir contigo (no es tonta la brisa, no).

Antes de seis meses tiene que llegar el verano, ese verano al que le tenemos tantas ganas. Tiene que tostarse tu piel, tienes que hacer todo esos viajes que tienes planeados, vivir cada una de esas cosas bonitas que solo pasan en el periodo estival, tener conversaciones en terrazas hasta la madrugada a 25 grados y tienes que ducharte con agua fría recién llegada de la playa corriendo porque ya llegas tarde al restaurante.

Antes de seis meses tienes que aguantar a toda tu familia reunida y a los niños correteando por la casa y pegando gritos (por si por un momento aún creías que se te iba a hacer corto), antes de seis meses España tendrá que volver a hacer el ridículo en la Eurocopa para no faltar a las tradiciones recientes, antes de seis meses tiene que regresar ese otoño de hojas caídas en los parques y tonos marrones, de cafés calientes y canciones lentas.

Cariño, antes de seis meses yo ya tendré un año más (catástrofe), y tú… tú seguirás tan bonita como ahora.

Todo esto y muchísimo más tiene que pasar antes de que tengas que volver a pasar por esos momentos aún tan, tan lejanos en el tiempo, y lo mejor es que, cuando lleguen, volverá a ser un éxito que en unas horas estará de nuevo finiquitado.

Vencido. 

Por ti. Porque eres una luchadora. Porque eres una ganadora.

Así que deja de pensar, vamos al rincón, cojamos dos buenos vasos de ponche y brindemos (por supuesto, alguien ha traído una petaca y le han echado alcohol a escondidas de los profesores).

…Termino de contarte la historia, y acabo de darme cuenta que te has dormido. Con una sonrisa en la boca. Y esta vez completamente de verdad. Sin tristeza escondida. Sin preocupación.

Tal vez no seamos dos estudiantes en un baile de graduación americano, pero todo lo demás es absolutamente de verdad. Y aquí estaré yo para recordártelo cada vez que haga falta.

Siempre a la distancia adecuada que necesites en cada momento. Que no se te olvide nunca.

Cariño, mírate. Has ganado de nuevo. 

Has ganado otra vez.



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