Contigo aprendí que en el amor entre dos siempre hay eso: dos.
Dos cuerpos, dos cabezos, dos corazones, con sus dos pasados, sus caderas, sus lastres, sus límites...
Contigo aprendí que el amor no siempre es suficiente, que a veces, llegados a un punto, no hay retorno ni lugar para las sábanas húmedas.
Que llegados a un punto, querer en la distancia es la mejor condena que le pudimos dar a aquello que fuimos y las siete letras que te nombran.
Y eras como te había creado y besabas como había soñado.
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