martes, 1 de junio de 2021

Seis meses

 Antes me has comentado, entre bromas y veras, que hace unos días leíste un artículo que decía que según la mayoría de estudios psicológicos el enamoramiento dura unos seis meses de media. Que ese es el tiempo que se tarda en ir saliendo del “hechizo” poco a poco para hacerlo más “real”, cuando vas descubriendo los fallos del otro y empiezas a comprender que esa persona no es tan perfecta como creías.

Al decírmelo te he mirado, me he guardado (a medias) la sonrisa que quería aparecer en mi boca (habría que echarle un vistazo a esos estudios a ver qué dicen sobre la posibilidad de conocer a alguien a la absoluta perfección en mucho menos de seis meses como te conozco yo a ti, y ya sabía que me lo estabas diciendo por algo), y te he preguntado que “y qué”. Tú has puesto “boca de pato” (seguramente no sea la expresión más ortodoxa, pero es la perfecta para describir tu gesto), te has encogido de hombros y me has dicho que “no, por nada”.

Pero sé que sí, por algo. 

Porque temes que nos pase a nosotros, que tengamos un reloj en forma de cruz a nuestra espalda marcando una cuenta atrás, que cuando pase se tiempo ya no te mire con los mismos ojos, con la misma risa o con las mismas ganas.

Mi vida, no me preocupa en absoluto ese dato, ni esos ilustres psicólogos, ni mucho menos esos profesionales estudios. Para empezar porque esto no es ningún hechizo; esto es algo que ha ido ocurriendo con solidez y no sin problemas, y cada uno de ellos los hemos ido solventando, con paciencia, intentando entender al otro y codo con codo.

Tampoco tengo miedo de darme cuenta de tus fallos porque, créeme, ya tengo una lista bastante larga de ellos, y algunos incluso me desesperan terriblemente, y mucho menos tengo que esperar seis meses para entender que no eres perfecta, porque eso lo tengo absolutamente claro desde hace mucho tiempo.

Y yo te quiero así.

Lo que quiero decirte es que en seis meses tal vez me canse de ir al gimnasio después de tantos años, tal vez me harte de ese libro que ahora mismo me apasiona o tal vez acabe aborreciendo esa serie que hoy por hoy me tiene en vilo. 

En seis meses quizás esté hasta la coronilla de que mi equipo siga haciendo el ridículo domingo tras domingo y hasta me quite del todo las ganas de verlos y sufrir esa tortura tontamente, en seis meses puede que haya eliminado de mi lista de favoritas esa canción que lleva maravillándome dos semanas o puede incluso que conociendo mi estabilidad emocional en ese tiempo pase por multitud de nubes y soles en esa montaña rusa que es mi mente, pero créeme, en seis meses seguiré estando absoluta e irremediablemente enamorado de ti. 

Mi vida, con lo que yo hablo, en seis meses ni siquiera me da tiempo a enumerarte todas las razones por las que te quiero.

Así que deja de preocuparte por estudios y teorías frías (con lo ardientes que somos nosotros), deja de preocuparte por cosas que la gente escribe con cordura y basándose en la mente (con lo emocionales y de corazón que somos tú y yo) y ven a darme un abrazo de esos gigantes que sólo tú sabes hacerlos.

Porque dentro de ese abrazo está mi hogar.

Y no es que quiera estar ahí más de seis meses.

Es que quiero estar ahí toda mi vida.



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