¡Otro once!
Después de una larga charla con Sonia y de exaltar algunas de las virtudes de mi marido. Creo que ha llegado el momento de contaros algo. Como sabéis, puesto que muchos sois fieles seguidores de mi blog, no es mi mejor momento. No lo es. Me autodestruyo, me autoflagelo y me castigo las veinticuatro horas del día.
Esto pasa factura. En la pareja también. No estás como antes, las sonrisas están sobrevaloradas y es cierto, que las broncas florecen como la primavera y más si te va la guerra. Es parte de mi personalidad y Javi siempre lo ha sabido. Pero eso no es ninguna excusa. La conversación de anoche me ha servido más de reflexión que de otra cosa. Hacía mucho tiempo que no nos sentábamos a hablar de otra cosa que no fuera familia, niño o trabajo. Siempre "nosotros" se ha quedado a la cola. Cuando "nosotros" deberíamos ser los más importantes.
Javi por fin ha entendido que por mucho que hagamos grupo (de dos), hay ciertos comentarios o influencias que nos perjudican, nos molestan y van acabando con nuestra paciencia. También ha entendido que las rachas malas, las que no dependen de uno mismo, duelen más, te arrastran hasta la más profunda oscuridad y es ahí el momento justo en el que tu pareja ha de estar a la altura. Ayer también le pedí más de él, que el estar "cansado" no suponga un obstáculo, una piedra en medio de ambos, porque eso significa el fin de una pareja. Cuando estás cansado del día a día, y esto te supera, te dejas llevar, te olvidas de ti y del que tienes al lado. De la misma manera que el que vive en su espiral y no sabe salir de ella, vive en medio de un agonía constante combinada con ansiedad.
Al final, ambos hablábamos de lo mismo. Nos pedimos un claro: "no te olvides de mí, porque acabarás olvidándonos". Y no hay mayor verdad. Cada uno tiene sus necesidades, cada uno exigía algo que no entendíamos en el otro porque se nos olvidó conversar, hablar. Javi, también sabe que tiene un problema a la hora de hablar cuando está enfadado, es mucho más duro que yo y no controla sus palabras, de las que luego siempre termina arrepintiéndose. Él es puro fuego que termina quemando al otro. Y yo, aunque no os lo creáis, en una discusión, soy la persona más fría que te puedes echar a la cara, y... el hielo, también quema.
Son dos maneras de ver las cosas, de enfrentarse al día a día, dos caracteres muy diferentes pero a la vez, muy parecidos. Eso no lo hace fácil, lo complica más.
Hablando con Sonia... Me ha salido la declaración más bonita del mundo, y sí, era de amor hacia Javi. ¡Qué pena que no estuviera delante! Porque creo que él piensa que solo le critico con mis amigas, y nada más lejos de la realidad. No es así. Si me enfado muchas veces, es precisamente porque le quiero. Porque él es el príncipe azul que siempre estuve esperando y hace seis meses que hice realidad mi cuento de hadas. Volvería a decirle que "Sí" una y mil veces más, a pesar de todo. A pesar de querer tirar la toalla cuando no puedo más, y está bien. A veces es necesario tirarla para luego recogerla con más ganas, e incluso, que alguien durante un momento te la sostenga.
Eso es una pareja, un matrimonio. Días bueno y días no tan buenos. Temporadas, baches, etapas... Pero lo importante es que cuando mires atrás, no te arrepientas del gran paso que diste. Que recuerdes por qué la sigues eligiendo incluso en las peleas, que eches la vista atrás y digas, "sí" de nuevo y no te rindas... La vida es dura en sí, nadie dijo que fuera bonita, y en la vida entra el matrimonio, con sus cosas... Sus rencores, sus salidas de tono... con todo. El amor es pasional, y dos que se pelean como leones, solo pueden ser eso, la viva estampa del amor.
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