¡Una fiesta menos!
Mirar que me gusta la Navidad pero no tanto las cenas y comidas familiares. Estas navidades han sido diferente. Primero, porque Helena es muy pequeña y no queremos volver a pasar por el hospital, así que, decidimos quedarnos en casa en Nochebuena y segundo, porque por primera vez en treinta años (que son los que tengo), no lo he pasado en casa de mi abuela.
Me prometí a mí misma que mientras la abuela durase (y eso que creo firmemente que los abuelos deberían ser eternos), la nochebuena la pasaría con ella. Pero no ha sido así por lo que os he comentado. El día 24 me levanté con un poco de nostalgia, pena y por supuesto, cansancio. Las noches que nos está dando Helena, la pobre mía con sus cólicos de gases, están siendo toledanas. Pero bueno, los cambios siempre son para bien. Y la ilusión de ver los regalos de Papá Noel, no caduca con la edad (gracias siempre a mi marido por hacer cada día especial).
Y más allá de la nostalgia con un toque de tristeza por aquellos que faltan, la alegría de las primeras veces de Helena, me tiene loca, enamorada y agradecida. Ser madre ha sido la mejor decisión que llevé a cabo. Lo que siento por mi pequeña, no tiene nombre ni medida. Es olvidarte de ti, cambiar las prioridades, cambiar tu vida entera por el amor más puro que existe y que conozco.
Seguimos disfrutando de las navidades en familia.
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