Me he acercado a tus labios como quien busca islas,
paraísos abiertos, espejismos y oasis
donde llenar el cántaro repleto de palabras.
En torno a tu caderas he recorrido el mundo,
feliz patria ganada en batallas incruentas,
territorios marcados donde nacen las horas.
Perdido en cualquier bar, con el sudor del tiempo,
recuerdo el suave brillo de tus pasados cansados,
cuando los días eran el único presente.
Nada tengo que darte. Sólo esta dulce muerte
de hacer pasar las hojas de algún libro de versos.
La certeza borrosa de que un día me amaste.
Y ahora que mi cuerpo no responde al deseo
quisiera abrir caminos que me lleven certeros
hasta tu corazón,
el hogar de todas mis historias.
Rodolfo Serrano
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