Soledad de hospital. Viene la noche
como un niño asustado. Hay un silencio
de agujas y aspirinas. No se oye
más que el rumor lejano
de fríos automóviles. El alma
sola y sola. En el largo pasillo se agazapan
los miedos de la infancia. Quien pudiera
encontrar esa mano, aquellos labios,
la sonrisa perdida de un verano a tu orilla.
Mas no hay nada más allá de la puerta de esta
habitación sin habitantes.
Rodolfo Serrano
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