Adoraba tu abrigo portugués. Y yo pasaba
mi brazo bajo el paño azul. No he olvidado
tu perfume. La dulce sensación
de un vientre que sentía
palpitar en la punta de los dedos.
Olías como huelen los puertos prohibidos,
había olor a sal y a primavera. Algún lejano
recuerdo de las noches de bares y tabaco.
El color de una piel, hasta tu nombre
tenía sabor a brisa,
cuando el agua
era lluvia corriendo por tu pelo. Y el pecado
era buscarte debajo de tu abrigo.
Mi pequeña dulzura, café ardiendo
en mis labios. La soledad de dos bajo tu abrigo.
Hoy no sabría
decir aquellas cosas como antes: me sentía
viejo y cansado y al mismo tiempo era
un niño cuando hambriento te buscaba
bajo tu abrigo azul.
Pero, entonces, y ahora mismo, cambiaría
todos y cada uno de estos versos
por oírte decir, como decías, abriéndome los brazos:
"Si tienes frío, ven porque
cabemos los dos bajo este abrigo, vida mía".
Rodolfo Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.