Solo hay una manera de no
encontrar remedio y es pelearse con la realidad. Solo quien acepta la derrota o
el tropiezo, el bloqueo o el portazo, solo aquel, puede reconquistar la
belleza, viajar a otra parte, cambiar de pantalla. Quien se resiste a aceptar
los sucedido, quien se pelea consigo por lo que pasó y se hunde en el reproche,
propio o ajeno, no consigue salir de las praderas eternas de los lamentos. Solo
aquel que da por buena la derrota o el tropiezo deja tras de sí el muro que lo
encierra y es capaz de emigrar hacia otro estado del corazón.
Supongo que tú mismo has
lamentado mil veces mil situaciones, mil cosas. Cosas como no encontrar el amor
que esperas y por ello te has pegado contigo (o con tu pasado, con los hombres,
con el mundo…). Cosas como no ser capaz de dejar atrás aquel apego estúpido a
aquello que te hace daño. Seguro que has lamentado en alguna ocasión tu
tendencia a maltratarte y te has identificado con ello como si fuera una hebra
infinita de tu ADN. Y estoy seguro de que de ese modo no hallase solución.
Estoy seguro de que en alguna vida has querido huir y has lamentado no hallar
fuerza en tus piernas o no hallar una cerradura para abrir la puerta. Y te
puedo decir ahora –tras caerme de boca mil veces con el mismo problema- que
siempre estuviste, al igual que yo estuve, tratando de abrir la puerta con la
llave equivocada. Desear no es suficiente. También hay que tener arte para
olvidar y para cambiar de destino la mirada.
¿En qué piensas ahora? ¿En qué te
centras? ¿En encontrar pareja o en lo mal que te sientes por no encontrarla?
¿Acaso te perdonas no ser capaz de hallar la ruta de salida a tu bloque o te
das permiso para sentirte mal el tiempo que haga falta? ¿En qué piensas ahora?
Dímelo. ¿Tratas de que te pidan perdón o lo das tú? Sé que es la tarea más
difícil, perdonar, que ser capaz de cambiarte los ojos (o la meta) es uno de
los trabajo de Hércules pero te lo debes. Porque mientras vistas las camisas
del reproche, todo lo que esperes de fuera te convertirá en un hombre vacío, en
una mujer en una estación. Esperar que la vida te trate mejor sin cambiar no
sirve de nada. Para que pasen cosas nuevas hay que hacer cosas nuevas. Tienes
que créelo. No hay un ser humano que no cambie genuinamente, profundamente, y
no le pasen cosas diferentes. Ahora, la tarea es aprender a cambiar y tal vez
precises ayuda. Si lo necesitas estoy aquí, entre estas hojas, preguntándome
por qué coño tardas tantísimo en llamarme.
Marwan
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