Eras la triste historia de amor que se escribe en los andenes y revivo en las pelis de cada tarde de domingo.
Yo sabía de aquel final, que las cosas que no son, no lo son, y punto.
Pero fue bonito, al menos, intentarlo.
A ti te llenaban de orgullo los versos de dolor, porque al menos, en aquel instante, alguien latía, y era por ti.
A mí se me clavaban en el pecho las contradicciones que me lanzaba a cada instante la razón.
Te quise porque hubo un día en que paraste el tiempo cuando todo a mi alrededor corría sin mí.
Pero lo cierto es eso, que no fuimos más que un puñado de versos, una historia de amor imposible, algo que contarle a mis adentros, unas lágrimas a destiempo, y un pasado del que ya nada quiero saber. Fue tremenda mi tendencia a dejarme caer, fueron inciertas mis ganas de más, fue demasiado, fue innecesario, fue injusto, fue todo lo que nunca tuvo que ser.
Pero fue.
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