¡He recuperado mi ordenador! Hace unos días me lo dejé en Leganés y qué ganas de escribir tengo.
Os tengo que contar algo. Un día dije... "podría llegar a acostumbrarme a un perro". Y la vida que es así de graciosa, me escuchó. Pues el perro ha llegado, ¡perrita, mejor dicho! Y se llama Maya. Son tres meses de gran gran hermosura, porque la muchacha es enorme. Yo que me imaginaba un cachorro pequeño, bueno, pues es más grande que muchos perros adultos. Es una Golden súper peluda.
Cuando quisimos dar el paso Javi y yo de hacernos con una, había algunas dudas, sobre todo mías. La familia, viajes, mi vida entera... Ya sabéis, los cambios, que no los llevo bien. Luego me dijeron "tener paciencia, el primer año es complicado, la primera noche también". Pues debe ser que tengo la mejor perra del mundo, porque no ladra, no llora, duerme como un lirón y es muy hogareña. Se pone en el suelo a ver la tela entre siesta y siesta y no hay perra en casa.
¿Sabéis con lo que me quedo del día que la recogimos? Con la cara de Javi, de cómo la cuidaba, cómo la trataba... Mientras yo no me acercaba por si la hacía daño o no sé... Quizás miedo e incertidumbre al momento, aunque Maya me lo puso fácil, me dejó cogerla desde el primer momento... Si es que lo mío son los niños, no los perros, pero bueno, es adaptarse a todo.
Hoy hemos hecho pis y caca fuera, ya que se ha acostumbrado a hacerla en el empapador (bueno, para ser sincera, en el empapador solo hace pis, la caca... es otro tema). No tenía ni idea de los piensos que había, de todas las cosas que tengo que aprender. ¡Es un mundo! Pero es un mundo monísimo de cuatro patas. Javi que es un especialista (porque siempre ha tenido perro) es un pilar fundamental en esta pareja de tres (sí, lo digo por la película, muy recomendable por cierto). Maya ha llegado así, de un día para otro, en un momento difícil en el que ella se ha encargado de borrar todo. De darme otras preocupaciones, pero por lo menos, son distintas, diferentes... Más bonitas.
Me quedo mirándola atontada, y de los dos, me prefiere a mí, ¡já! Me sigue a todas partes, se ha convertido en mi sombra, pero es normal, soy la que pasa más tiempo con ella achuchándola. Nos hemos convertido en un pack. Y hoy mirándola, se lo he dicho a Javi, "qué bien hemos hecho". Ya no hay dudas. Del mundo canino, pero de ella, ninguna. Tengo ganas de que crezca un poquito para llevarla a todas partes porque no todo es bueno, es tan hogareña que odia la calle. Le enseñas la correa y se hace la loca o se esconde. En la calle, no anda, no quiere... Se tumba, se sienta y te mira como diciendo, "¿qué? Eres tú la que querías salir, yo no". Y siempre andando hacia atrás, buscando el portal, la puerta a su casa que tanto reconoce.
Es una perra tan bonita, y no sólo lo digo yo, me acabo de conocer a todo el barrio, en Nassica todo el mundo nos paraba, y es que la muy cerdis llama la atención por sí sola. Tiene una cara que te invita a pararte, pero como dice Javi... No es una perra que se vuelva loca por la gente, tiene carácter de gato, si tú vas, guay, si no, paso de ti, o sea como yo. Es una pedazo de rancia. ¡Sí, es de la familia! Una rancia antisocial más.
Hoy la he llevado a Leganés por primera vez. Ha sido el juguete todo el día. Los tiene a todos metidos en el bolsillo, ¡hasta a mi madre! Que temblaba de miedo cuando la tocaba. Ha sido un día increíble, de los que no recordaba... Y en comparación con el de ayer... ¡Maravilloso! La Mayita ya ha empezado a hacer magia.
¡Bienvenida a casa, Maya!
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