No soy madre. Voy a serlo. Pero aún no tengo la facultad de opinar como madre. Sólo espero que la maldad no se lleve en la sangre, por el bien de mi pequeña.
Sé que cualidades debe tener una madre. Además, las he visto increíbles, verdaderos ejemplos como mi tía Ana. Madres que están por si las necesitas, por si les pides orientación, pero te dejan una libertad absoluta en decisiones, en aciertos y errores. Te dan sin tener que pedir, porque te observan, te conocen, saben qué necesitas y no he hacen pasar el feo de tener que pedir lo que sea que te haga falta en ese momento. Son madres que te ayudan a crecer hasta con 40 años.
A las que puedes contar cualquier cosa porque nunca se te volverá en contra. Nunca habrá un "te lo dije", "yo ya lo sabía" o frases que por desgracia, son típicas de madres. Aquellas con las que podrías hablar de todo libremente, pues nunca pasarás por un juicio. Madres con las que tener una confianza que no necesites bloquearlas en ninguna parte porque esa información... Es tu guillotina.
Madres que te llaman lo justo. Que adoptan a tu pareja como parte de la familia, como un hijo más, que las hacen sentir de la familia y no un piojo que has venido a chupar del bote.
¡Qué envidia! Las hay así, y yo quiero ser de ellas. Y qué pena que haya tan poquitas. Tan, tan, tan... Pocas. Madres que no controlan todo, que te dejan ser tú porque siempre se sentirán orgullosas de lo que eres, de lo que te has convertido, de lo que has conseguido... O simplemente, orgullosas del esfuerzo por crecer de los hijos.
Qué triste... Ser de otra manera.
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