Eso sí, seguiremos volviendo a casa con la mirada fija en el sueño cuando nos dejan. Poniendo música a todo volumen en los auriculares. Te entre miedo a acostumbrarte a estar solo, a no sentir nada más por nadie.
Nos prometemos no caer nunca más, y es tan inevitable que sin darnos cuenta estamos ilusionados de nuevo, esperando esa llamada que nos cambie el día.
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