A mí ya me sonaba tu cara. Normal, con esos hoyuelos tan bien marcados. Igual te vi en cualquier estación. Me serviste cuatro miradas sin hielo. Y fui yo quien me deshice. Y acabamos en la misma barra apoyados. No sé de qué hablamos, tenía toda la atención en tus pestañas. Sonreías. Se te olvidaron por un rato todas tus cicatrices. No sé en qué momento tus amistades se marchaban. Serían poco más de las cinco, te agarraron de la mano y tú con la otra rozaste la mía con un papel. Nueve cifras que todavía no sabía que me cambiarían la vida. Me sobró el resto de la noche. La invertí en soñar contigo. En que fuera pronto por la mañana para saber si te habías olvidado. Y marqué las cifras desde la cama. Con esa sensación de que podría seguir viviendo sin haberte conocido. Pero que ahora querría muchas cosas contigo. Con y sin pijama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.