He estado reflexionando con mi amiga Belén sobre nuestra soledad, y ese ya tan típico... "parecía que sí, pero no". Otra vez no. Next.
Y así año tras año, día tras día, hasta que un día te cansas, lloras por no encontrar a nadie, en mi caso me echo la culpa, y después, después sigues cansada y nadie que se te acerque te hace ninguna ilusión, te vuelves desconfiada, fría, miras y miras aquello que tienes delante, gestos, redes sociales, frases... Mides los tiempos, está todo calculado, y casi siempre pensando en el otro. Y aún así, nada.
He llegado a un punto donde acertar se hace aburrido, donde podría estar mirando un catálogo de hombres y ninguno me llamaría la atención porque no ves nada especial en ninguno y os juro, que no hablo de físico, porque a mí lo que me gusta es una mente que sepa jugar con la mía al mismo nivel. Un guapo sin cerebro, no me vale ni para un rato. En fin, seguimos... Todos siguen los mismos pasos, los mismos piropos, las mismas frases, las mismas conversaciones, todos siguen el mismo patrón y el mismo manual. Ellos sólo piensan con una zona de su cuerpo, y no es la que está encima de los hombros. Por supuesto que no, es con la parte que llevan fuera, la que se muere de frío en invierno y de calor en verano. Así les va, con pensamientos fríos y calentorros, sin términos medios.
Estoy tan harta de ver lo mismo. De esperar a que llegue el adecuado, que según Belén ese es el problema, esperar. Pues no estoy de acuerdo contigo. Al último chico que conocí, fue porque dejaba comentarios en mis fotos de Instagram, no le busqué yo. El anterior, salió de él tomar un café, de hecho me caía tan mal como ahora. El anterior... Fue una casualidad de la vida, el anterior un compañero del instituto... No, Belén, no me he sentado a esperar, me han llegado y el resultado es... No, no, no, no y no. Pues no. ¿El problema soy yo? Puede. No voy a hacerme la víctima a estas alturas. Puede que sea más exigente, más desconfiada, y supongo que ya no me conformo con lo primero que aparece de la nada en forma de príncipe de cuento. Por lo menos que me haga un pequeño tilín, digo yo. Llamarme rara, no sé.
Y otra cosa de las que me preocupa sobre este tema, es que no me pasa a mí sola. No tengo un historial de pena yo sola. No. Esto se generaliza más. Y escuchas a amigas, y amigos, y más amigas, y amigas de amigas, y compañeras del trabajo, y estamos todas así. Queriendo querer. Queriendo algo más de lo que nos ofrecen. Porque lo que nos ofrecen está vacío y tiene fecha de caducidad, y en el fondo lo sabes. Pero por su comportamiento... Y como diría mi chica, lo peor es que aún sabiendo la realidad, luchas, porque no lo quieres ver, porque parece que sí, aunque es que no, y normalmente terminamos teniendo razón.
P.D. ¡Ah! Pero... Siempre podemos ser amigos. ¿No?
P.D. ¡Ah! Pero... Siempre podemos ser amigos. ¿No?
Patricia Izquierdo Díaz
Por desgracia tienes toda la razón, como dices ahora interesa más el sexo sin compromiso que una relación sana con una persona que pueda aportarte más que sexo.
ResponderEliminarParece que los tíos ahora lo de ponerle nombre a la relación o ir un poco más en serio les da mucho miedo, cosa que no entiendo.
¿Preferís de verdad echar un polvo cada fin de semana que tener algo que de verdad valga la pena sólo porque os cagais? Es una pena, pero en la mayoría de casos es así.
El truco no es ni sentarte a esperar ni buscarlo, las cosas surgen sin más. ¿Quién te dice que yendo a comprar el pan no aparece alguien especial?
Lo que debemos aprender de todo esto es a reconocer a los gilipollas lo antes posible y mandarles a paseo y sobre todo y más importante no cerrarnos nosotras xq como dice mi abuela siempre hay un roto para un descosido, ya nos llegará y seguro que le da mil vueltas a los tíos que hemos conocido.