Ya sé que algunas veces estas cosas tardan mucho tiempo, pero con nosotros sucedió así. Pronto descubrimos que lo nuestro había sido amistad a primera vista. Y eso que aparentemente no te tenemos mucho que ver. Seguramente el mundo no nos entienda muchas veces, pero nos entendemos a la perfección al mirarnos.
Sabemos lo que piensa el otro y nos damos una patadita por debajo de la mesa. Nos hablamos si ha pasado alguna cosa en horas donde el mundo sueña... Y no, no nos vemos todos los días, pero tampoco lo necesitamos.
Tenemos amigos separados también y no nos importa. Sabemos perfectamente que, cuando tenemos que estar, estamos. Nos hemos visto llorar cuando la gente cree que sonreímos. Hemos filosofado mucho sobre la vida, sobre el amor. Sobre si haremos el tonto otra vez (pues claro que sí, no lo dudes) o si ya nos estamos equivocando en el presente.
Hemos compartido cenas en sitios buenos, pero también en bocaterías que seguramente nadie más en la ciudad conozca. Vinitos dulces que nos hacen chispear la mirada. Bueno, y también hacen que por nuestras bocas salgan las mayores tonterías.
Hemos viajado sin mucho presupuesto. Y ni falta nos hizo. Hemos paseado aun sin ganas cuando el otro necesita respirar.
Hemos entendido que aunque la caguemos mil veces, ahí vamos a estar, para echarnos la bronca y acabar riendo.
Compartiendo los miedos sobre lo que nos dirá el futuro.
Que igual no es lo que pensamos, pero estando cerca aunque no sea físicamente.
Y seguramente nadie más nos entienda del todo. Seguramente nadie más entienda que nos queremos con fidelidad. Que lo seguiremos haciendo pase el tiempo que pase, estemos donde estemos.
Y si el diccionario pusiera una foto para definir nuestra amistad, saldríamos nosotros hablando y comiendo. Seguro.
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