sábado, 17 de agosto de 2019

Al chico de la habitación de al lado

Son las 2:26 de la mañana, acabo de llegar a casa. 

Las cenas con Silvia cada vez se alargan más. Me he reído con ella lo que no está escrito recordando las aventuras de Benidorm, esas cosas que sólo me pueden pasar a mí como discutir con un camarero porque no sabía lo que era el café solo.

Hoy no tengo el día para tirar cohetes. Ni ayer. Espero que mañana todo pase, aunque no pasará. Vivir sola hace que me coma aún más la cabeza, pero no sé cómo lo haces... Bueno sí, Instagram me delata. Y vienes, a ver si como o a ver si no, a ver si hago la compra o si necesito cualquier cosa. Contigo me siento en una pompa de amor y cariño.

¡Ay, valenciano! ¿Qué haría sin ti?... ¿Dónde te has dejado el velero? Estás en la habitación de al lado y me acuerdo de la canción de Fran Perea, el de los Serrano... Te la podría cantar ahora mismo. No me dejas sola ni un segundo, no me dejas pasarlo mal. No me permites que mi sonrisa se apague estando siempre cerca. Mañana te vas de nuevo a Valencia. Seguramente me hagas la maleta y me beses los párpados como siempre haces cuando he llorado. Como llevas haciendo siete años. Ese gesto es más de padre que de "ex" o de amigo. 

Ojalá pudiera volver a enamorarme de ti. Pero me han vuelto a romper. Y ya no sé exactamente cómo iba cada pieza... Creo que ya por mucho que me intente arreglar, no quedaré bien. Estás más guapo morenito. Estás guapísimo como diría Belén. Estamos bien así, ¿verdad? Aunque me encantaría que cruzaras esa puerta y vinieras a abrazarme. Necesito que me abraces tan fuerte que me hagas olvidar el dolor. Alex, ¿dónde está mi armadura?, ¿dónde está el cactus que no sentía nada por nadie?... 

Te quiero, y siempre lo haré. Ayúdame a reconstruirme, recuérdame quién soy. 

Patricia Izquierdo Díaz


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.