domingo, 1 de marzo de 2020

Tú eres así

Tú no necesitas ser salvada
Sonríes, con ojos de sueño.

Con cara de estar terriblemente cansada, con tus párpados empeñándose en cerrarse, y con tu mirada puesta en mí.



Sonríes, con ojos de sueño, y con un brillo inmenso en ellos ante la conversación que estamos teniendo entre susurros, ante esa capacidad nuestra de ponernos a hablar y que se nos pasen las horas, de meternos en una burbuja donde sólo estamos los dos y no cabe absolutamente nada más, y mucho menos un reloj.

No sabes lo que me gustas así, soñolienta y soñadora.
Siempre con sueño. Siempre con sueños.


Absurda e inconexa.

Así te has definido hace un rato, y aunque sé que lo has dicho con sarcasmo, me frustro cada vez que te oigo algo así, porque sé que hay una pequeña parte de ti que lo piensa de verdad. Que te agota el no comprenderte, el no entenderte, y que crees que el fallo está en ti.


Tú no entiendes que entenderte. Tú tienes que aceptarte.

Tú eres así.
Tú eres así y ahora, que estás aquí, que me estás conociendo, y que te estás ando cuenta de que somos parecidos, estás a punto de enamorarte y esperas que te salve.

Tú no necesitas ser salvada, mi vida.
Tú no tienes nada malo. Tú no eres nada malo.
Tú solo eres un corazón tan puro que le es imposible sobrevivir en esta asquerosidad de mundo, tú solo tienes una inocencia tan blanca que nunca podrás adaptarte a esto.

Tú eres así. Y eres maravillosa.

Te observo respirar, observo cómo tu sonrisa se va congelando poco a poco, cómo tus párpados van ganándote la batalla, y aunque no quiero que acabe esta conversación por nada del mundo, esta imagen es impagable: una diosa, que no sabe que lo es, en la cama de un simple humano, al que considera algo de otro mundo.

A ti te desespera la facilidad con la que te rompes.
A mi me maravilla la capacidad con la que te reconstruyes.


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