martes, 7 de abril de 2020

Una película

- Échate a un lado, culo en expansión - me empuja hacia la pared.

- No entramos porque estás hecho un bollo - le digo, metiéndome prácticamente en la pared.

- ¿Que no? Ya verás - y me coge de la cintura pegándome a él mientras me hace cosquillas.

Noto como se me acerca por detrás y huele mi pelo, como va sumergiéndose en él. Como busca mi cuello, y pasea su nariz por él. Le busco las manos y entrelazo mis dedos con los suyos e inconscientemente me pego más a él, buscando mi sitio, buscando su calor. 

- Qué chiquitita te me estás quedando - me peina, me aparta el pelo de la cara y del cuello.

- ¿Vemos una peli? - le pregunto.

Asiente, mientras me besa el cuello lentamente, muy lentamente. Sube y baja por todo mi cuello regándolo con besos. Saca la punta de su lengua y lo vuelve a recorrer, quedándose en mi oreja, mordiéndome, jugando con ella. 

Pongo la película mientras me mima, mientras me besa, mientras juega conmigo. Y me río. 

- Siempre te tienes que reír en estos momentos - me dice como reproche, y me río más.

Me doy la vuelta y me coloco encima de él. Se acabó el juego. 

- Esto sí que es ver una película... - me susurra al oído, mientras intenta besarme de nuevo el cuello.

Pero soy más rápida y me separo de él. Le miro a los ojos y le acaricio la cara. Me mira, le miro, y busco su camiseta para quitársela de una maniobra. 

- Mejor así - apuntó.

Comienzo a besarle el cuello, eso sí, a mi manera. Le muerdo, le chupo, devoro su oreja y voy bajando, de nuevo el cuello. Su pecho, un lugar tan grande con tantas zonas por explorar, y me dedico a conquistarlas, a poner mi bandera en cada zona. Se vuelve loco porque me agarra del pelo llevándome a su boca. Besándome con deseo, con fuerza, rabia y con mucha pasión. Me besa, pero me muerde. Me pide más, y yo encantada, se lo doy. Le estoy llevando al punto que quiero. Esta vez, soy yo la que lleva la situación.

De repente se escucha un trueno fuera. Hay tormenta, y el sonido de la lluvia me hace sentir más poderosa. 

- Mira, tormenta, como a ti te gusta - me dice quitándome la camiseta.

Aprovecho y le quito todo lo que lleva de ropa. Voy bajando lentamente. El ombligo, ¿qué tendrá esa  marca que me vuelve loca? Le muerdo, le chupo, y le dejo marcado. Terminará con una marca por cada cinco milímetros de piel. Bajo a sus muslos, y le hago círculos con la lengua, me acerco a su zona que ya me saluda de la manera fuerte y dura, pero me vuelvo a separar. Aún no. Subo de nuevo arriba, le beso los brazos, vuelvo al cuello, para que no se le olvide lo que se siente cuando te devoran entero. Y vuelvo a bajar. 

Esta vez, sí que empiezo a jugar con él, mis manos le acarician, suave, con movimientos circulares, mirándole a los ojos. Y sigo acariciándole, suave... Introduzco su miembro en mi boca, y la suavidad acabará en cualquier momento. Sin embargo, él para mi actuación. Me coge en volandas y me coloca debajo de él. 

- Tenemos poco tiempo - me dice en voz baja.

- Una película - respondo.

- Una película... - y se ríe.

Me despoja de toda mi ropa. Me quita el sujetador con una mano pasando a devorar mis pechos.

- Una película - le susurro llevantándole la cabeza.

Y sin avisar se mete entre mis piernas de una estocada certera y dura. No hay ritmo, no hay descanso, no hay control. Entra y sale a su antojo. Sometiéndome a su necesidad y a su falta de rimo. Y la felicidad nos llega a la vez, mirándonos a los ojos. Convirtiéndonos en sudor, empañando los cristales de mi habitación. Respirando de forma entre cortada.

- Una película nunca es suficiente contigo - le digo sonriendo. 

- Ni una vida es suficiente a tu lado.

Patri Izquierdo Díaz


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