Fui allí. En ese sitio en el que todo el mundo va rápido, espera demasiado o va con retraso. Seguramente el sitio más complicado para fijarte en alguien. Y más en esta época en la que todo parece demasiado superficial.
Hablo de fijarnos en esa belleza que no está ala vista ni alcance de todos. Esa que te deja un flash de "esto es especial", incluso con los ojos cerrados.
Yo que sé, sonaba a canción, la manía mía de llevar los cascos puestos. Me quedé allí fuera como si supiera que debía. Unos segundos fueron suficientes para analizar todo en un breve espacio de tiempo. Pasando meses sin dejar de ser un recuerdo. Sin decir nada. "Locura", pensaba.
Ahora creo en hilos rojos y destinos apasionados. Eso de que hay gente que pasa por tu vida y una persona aparece para quedarse, en los días malos, regulares y preciosos. Para compartir sonrisas, momentos, ciudades, cama, hogar. Mejor en mayúsculas, HOGAR. Seguro que no necesitamos ambientador. Tú ya me entiendes y, sino, siempre quedará mi colonia.
Me he empadronado a tus piernas. Además, me gusta esa ciudad, la de tu espalda. La luz es cuando respiramos, no hay farolas.
Qué difícil dejar un puzle a medias cuando notas que todo va encajando. Uno de dos piezas.
Tengo en el cajón de la mesilla un montón de risas para toda tu boca. Y seguiremos preguntándonos, riéndonos, si habrán pasado miedo.
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