Me encanta poderme sentirme arropadas en ciertos momentos por la familia. Porque aunque no lo parezca las personas solitarias como yo, las que acabamos odiando a los compañeros de clase y buscamos siempre el exilio en la última mesa de las cafeterías, a veces, necesitamos sentirnos queridas. Y es por eso por lo que es tan importante preparar una gran mesa de comida para toda una familia, donde reír, contarnos cotilleos, ser por un momento nosotros mismos con gente que no te va a cuestionar ni juzgar y que sabe cómo eres perfectamente porque muchas de esas personas te han visto nacer.
Cada momento cuenta y cada cena también, porque es posible que cada vez que mires esa mesa, los comensales vayan disminuyendo. Tenemos una vida, y debes vivírla a tu manera porque es efímera y delicada. Y nadie sabe cuánto tiempo tenemos para gestionarla. Sólo tenemos una mesa llena de comida para todos, un montón de temas de conversación y personas a nuestro alrededor que nos quieren y que están ahí para acompañarnos en este breve viaje.
Patricia Izquierdo
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