Muere lentamente
quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre el blanco
y los puntos sobre las íes a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos,
corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente
quien no tira la mesa cuando
está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite, por lo menos
una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente
quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Martha Medeiros
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