A la niña que llamaste puta en clase, es virgen. Al niño que llamaste ridículo, tiene que trabajar todos los días para mantener a su familia. A la niña, la cuál empujaste por las escaleras, la golpean en casa. A esa niña que llamaste gorda, dejó de comer y se muere de hambre. A ese viejo hombre del cuál te reíste por tener cicatrices espantosas, peleó por tu país. A ese niño el cuál te reíste porque lloraba, su madre se estaba muriendo. Tú crees que los conoces, pero ¿adivinas qué? No es así.
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