Ella era muy joven y él tenía
la edad en la que ya no hay cumpleaños.
Despacio le pasaba -rubia y bella-
la mano con ternura por el rostro.
Apenas era el mundo que empezaba
en este mar de peces y demonios.
Pero allí estaba el miedo entre los muros
de un fiordo de Noruega. Y él callaba.
Miraba a la muchacha con tristeza.
Y luego, con su cámara, intentaba
atrapar el futuro que sabía
posible sólo en archivos digitales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.