Tenía esta carta guardada para más adelante pero como tú me has enseñado, hay que hacer las cosas cuando nos nacen.
Siempre he pensado que no estábamos destinadas a ser amigas, porque somos los polos más opuestos que existen en el mundo. No pertenecíamos ni siquiera al mismo grupo en la universidad, ¡y lo que hizo el metro! Nuestra primera quedada ya trajo historia en el Templo de Debod con mi abono metido en la fuente en pleno invierno, al que yo me quedé mirando y tú me lo cogiste. Siempre echada para delante y sin miedo a nada.
Tienes la fortaleza de un ejército junto, aunque tus cuatro paredes de la habitación te hayan visto llorar y dar vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Tienes la valentía de cantarle los cuarenta a todos los problemas y a todo el que te los origina. El carácter que muchas veces te trae por el camino de la amargura. Eres muy intensa, en lo bueno y en lo malo, pero es parte de tu encanto, al igual que tu carita pan. Son cosas que te hacen ser tú. Y ser tú es algo increíble, admirable y respetable.
Sabes que te he dicho muchas veces que de mayor quiero ser como tú. Ayudar sin esperar nada a cambio, con mucho orgullo, pero al fin y al cabo, te pesan otros sentimientos más como el amor hacía los tuyos, a los que guardas debajo del ala con tanto cariño y cuidado. No aguantas que ellos lo pasen mal y si sabes quien es el culpable, eres capaz de sacarle los ojos.
Follonera, fiestera, torera, y amante de la charanga. Escucha unas notas de música y se pone a bailar. El alma de la fiesta, que te vacila, te tienta, te apuesta... y se ríe. Porque se ríe del mundo entero, hasta de su sombra. Porque es bueno reír, ¿de qué? ¡Da igual! Hay que reír, ¿y el karma? Mañana pensaremos en él, hoy no, ¡ponme otra cerveza! Que hay que bajar las penas. La mejor contadora de historias. Podría estar horas y horas hablando de ti, y escuchándote relatar tus mejores noches.
Gracias y mil gracias, por haber sufrido conmigo, haber llorado, reído, sacarme de paseo, haberme curado de todas las maneras posibles, haberme cogido el móvil cuando lo odias, estar ahí... que al final es de lo que se trata.
Alemania... Confío en que te salve de todos los fantasmas y demonios que tienes. Que poner tierra de por medio te traiga paz, esa que ansías, y que tanto te mereces. Te voy a echar de menos, mucho, muchísimo. Y la cuenta atrás ha empezado, empezó hace unos meses... pero, cari, que nos han robado el mes de abril, y de mayo... Pero pienso exprimir contigo cada minuto que pueda, porque te quiero un mundo. Y Alemania tampoco está tan lejos, ¿verdad? Un paseo en avión.
Patri Izquierdo Díaz
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