Volaron los meses y cada día seguía siendo aprendizaje.
Joan Camps
Le quito el invierno a la poesía y las bragas y los lunares y la melena rizada y las dos coletas de colegiala. Y le sigo quitando cosas. Esos sujetadores de dudas, de miedos, de inseguridades, de eternos quizás. Quizás sí, quizás no, o tal vez sí, o tal vez no.
Y empieza a estar semidesnuda, con un poco de frío, con atenuantes inquietos de inciertos calores del invierno. Para terminar de desnudarla sin prisa, no sea cosa que el invierno dé paso a la primavera, sin haber tenido un 25 de diciembre en su cama, o un fin de año con promesas sin cumplir, o un 28 de diciembre, diciendo que su romance con el otoño fue una inocentada.
Aún sabiendo que ese encuentro fue tan real, como que en marzo empieza una nueva estación a fin de mes. Y al tenerla desnuda descubrí, mil consecuencias que me hacían amarla, cada consecuencia, con su razón, cada razón, con su quizás, cada quizás, con su beso y así mil consecuencias, para dejar al invierno sin poesía, Es decir, sin ti.
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