Realmente creo que lo que callamos termina saliendo, de un modo u otro. Cuando estás incómoda con algo, sueles apartarte, aunque no digas nada. Pero te apartas. Cuando algo no te gusta, se te pone cara de oler culos, aunque sigas sin decir nada. Todo, absolutamente todo que te molesta y te guardas, sale. Y a mí se me hace bola aunque juro y perjuro no abrir la boca en ciertos temas. ¡Pero me es imposible!
¿Qué hago? Me alejo, me cambio de habitación, me dedico a mi blog, a sacar todo eso que no se puede decir, pero que querrías decirlo. A pensar... cómo expresar aquello políticamente incorrecto que nos fusilarían por decirlo, pero oye, es que es verdad. También, creo que la libertad de expresión (como todas las libertades) termina donde empieza la del otro. Si nadie me pregunta qué opino sobre algo, pues me callo que estoy más guapa y más salada, eso sí, que no me hagan comulgar con ruedas de molino, que no. Eso ya sería otro tema.
Estoy también analizando qué me toca por derecho y qué no. A mí, personalmente, claro. ¿Tener a alguien que llama todos los santos días, más de media hora para escuchar gilipolleces, una tras otra, sin límite y sin castigo ninguno...? Aunque la llamada no sea para mí, sucede en mi casa, en mi intimidad, en la hora de estar en bragas, en la hora de querer cantar a voz en grito o en la hora de sacarme un moco. No sé si me estáis entendiendo lo que quiero decir. Me incumbe... sí pero no, ¿debería saltar? Aún estoy en el número 58 de 100, contando para no hacerlo, porque luego se me acusa de que voy en contra de una personita.
Yo me casé con mi marido, y sus circunstancias, no con su pasado. ¡Ale, ya lo he dicho! ¡No soporto el Gran Hermano al que estamos sometidos desde Navidad! Es mi casa, es mi intimidad, y es la semana de mi marido. Pero claro, yo aquí, como las putas, en silencio, "no digas nada", "no te enfades", "estás en modo avión". Da gracias que lo estoy, porque en una de estas se me va a olvidar hasta contar hasta cien, y lo que voy a soltar quizás arruine mi presente y mi futuro, pero lo bien que me voy a quedar, no va a tener precio.
Quien avisa, no es traidor. Pero para que veáis mi buen corazón, mis ganas de intentarlo. Mi afán por ser mejor. Estoy buscando soluciones a esto como: salir con la perra mientras ocurren este tipo de llamadas-acoso, la semana de "no-libertad" irme a otro lado y desaparecer unos días, fingir que no ocurre nada, pero por supuesto mis acompañantes tendrán que aguantar mi cara de olor culos porque todo en la vida no se puede tener, o... aceptar mi forma de ser y esperar que algún día tanta gilipollez explote y mirar, este sería mi futuro. Es lo que hay. Pero más de mí no puedo dar. Es más, no quiero. Porque la recompensa, la que me viven dado, tampoco es tan genial. Vaya, que no me compensa, entonces... Ahí dejo mi reflexión. Como veréis tengo un buen rato para sacar conclusiones. Total, un día más en cama, congestionada hasta los oídos y con unas migrañas de aupa... Y así ya va una semana, comprenderéis que no estoy para que me toquen las palmas, y más gente de fuera.
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