domingo, 5 de junio de 2022

Conversaciones de boda

 En la boda, tuve que estar sentada todo el rato debido a la neumonía que me está matando ya que no hay medicación para una embarazada, en teoría. Así que, Garde, compañera y amiga del novio y de Javi, se puso conmigo mano a mano a darle a la lengua. Pocas veces he tenido yo la oportunidad de hablar con ella y fue muy grata mi sorpresa. 

Creo que fue un momento especial para ella, extremeña (conocéis mi debilidad por mi tierra) y para mí. Nos conocimos, cuadramos como piezas de puzzles y nos abrimos. Creo, porque no deja de ser mi sensación de que nos abrimos en un momento en el que ambas lo necesitábamos. Por mi parte, solo voy a contar hasta aquí de esta larga conversación. Pero sí quiero agradecer el que alguien te regale su tiempo, su confianza y su experiencia. Además de su sinceridad, que es lo que más valoro. 

En esta semana, a veces he pensado que estaba loca. La gente me dice "son las hormonas", y no lo es, es la gente, que hace mucho daño con sus palabras. Y pasan factura. A Garde le conté todo, de cómo me sentía con ciertos detalles de mi familia, de la de Javi, de mi embarazo... Hablamos hasta de Hacienda. Os digo que esta conversación se merece más que un post, pero se quedará conmigo. 

Después de hablar, y de darle vueltas, que es lo que hago siempre cada vez que tengo una conversación interesante y de "mayores". Me siento mejor. Al menos, una persona opina como yo, una persona que conoce a mi marido y es sabedora de muchas cosas. Y lo agradezco. Porque esta semana no he escrito, prefiero ya, ciertos temas, llevarlos en silencio, pero he pensado mucho, tengo una mochila llena de ultimátums para mucho... simplemente porque no puedo más y los límites se han rebasado. Y con ella, a pesar de soltar peso, me ha comprendido, ha compartido lo que yo opino y teniendo un carácter muy similar al mío. Similar sólo. Ella habría actuado ya, de hecho, lo ha hecho. Me contó sus historias y vi en ella una mujer que no pasa por el aro, dueña de su vida, autónoma y con ganas de comerse el mundo. Su mundo, que al final es que debe importar a cada uno. 

Algunas de estas reflexiones las compartí con mi marido. La que es más destacable de todas es esa de "tomar decisiones en frío". Me explico. Cuando pasa la tormenta, las movidas, las broncas, los feos, etc. Las decisiones que tomas en la cama, en frío, cuando ya no sientes nada, y por mucho que piensas y piensas, lo que te daba miedo decir o hacer, ya no. Eres tú o el resto. Y el resto pierde valor frente a tus deseos. Decides salvarte tú, coger la tabla como en el Titanic y que le den a los músicos y Jack. Y cuando tomas una decisión en la que el miedo desaparece, te convierte en imparable, peligrosa, capaz de llevarte a quien sea por el medio. Y ya no hay oportunidades, y ya empezaste a cambiar la historia, la tuya... Y las voces que te molestaban, se callan, eres más fuerte de lo crees, renaces y estás a nada, de poner patas arriba tu vida, ¡y qué suerte! Te elegiste, te quisiste y ganas tú. Lo demás, deja de importar...



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