Larga vida a quien saca tiempo. A quien hace un hueco en su agenda apretada, cambiando planes, turnos, o lo que haga falta, para estar. Aunque sea un ratito. Larga vida a los momentos que nos recargan las pilas, la energía. Los que se vuelven inolvidables. Larga vida a los ataques de risa, a las lágrimas de emoción, a la sensación de sentirte vivo. Al dolor en los pies de tanto bailar, y a la ronquera de tanto cantar. Larga vida a darlo todo. Y a los ‘sí’ a todo eso que nos hace feliz. Larga vida a las que sanan, las que cuidan, las que te quieren. Las que marcan la diferencia y te hacen sentirte totalmente una afortunada. Larga vida a los abrazos, a los detalles bonitos, y a la felicidad en estado puro. A las anécdotas que jamás se olvidarán, y a todos esos momentos, recuerdos, que se guardan en un cajón para verlos siempre que haga falta. Larga vida a la desconexión, a esos días que te salvan y te curan. Te curan de verdad. Larga vida a la vida. Y a vivirla con quien te la da.
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