Os tengo que contar algo sobre mi perra.
El jueves pasado, me puse a llorar en el veterinario. Sí. Yo la que no entendía el amor por los animales. Se me caían las lágrimas. Aquí sí que le echo la culpa al embarazo, porque en general, no suelo llorar por nada.
Que Maya esté mala, una de sus múltiples diarreas, me pone la piel de gallina. Javi dice que la niña tendrá suerte si la quiero solo la mitad de lo que quiero a mi perra. Mi Maya es... mi compañera, mi sombra, mi bebé. Se ha convertido en mi mundo. Ha cambiado mis rutinas, he sacrificado mucho de mis planes que antes eran habituales por tener a mi perrita y querer compartir todo con ella. En quince días hace un añito y siento que no he aprovechado el tiempo suficiente en su etapa de cachorra. Ha sido la cachorra más maravillosa del mundo. ¡Y eso que no tengo con quien comparar!
Hemos hecho un acuerdo. Tiene que vivir mínimo cincuenta años. Porque yo no podría vivir sin ella. Es ponerse pachucha y a mí se me quitan años de vida. Es una rancia, no le gusta la gente, como a mí. No le gusta que la soben la cabeza y es íntima de todos los perros del mundo. Con lo perritos es un cacho de pan. Aunque la ladren, ella siempre intentará hacerse amiga de todos.
En mi familia estaban prohibidos los perros. Y ver como Maya da vida a mi padre. O ver como mi madre besa a la perra. O mi hermano, que es su pasión, la besa, la lava, le prepara agua fresquita... Ver como todos hemos sentido esa debilidad con ella, me encanta. Javi y yo tomamos la mejor decisión trayéndola a casa. Y eso que yo estaba cagada de miedo. Pensaba que iba a ser un capricho pasajero. Que pronto me cansaría de ella. Y sobre todo, de la reacción de mis padres... Como todo en mi vida, las cosas que me hacen ilusión y que me encantaría compartir abiertamente fue llevado en secreto hasta el momento adecuado. Al igual que mi boda, mi embarazo, etc.
Dormir con ella es no sentirte sola. O sus besos para que te despiertes, o lo agradecida que es cuando simplemente la miras y empieza a mover el rabo. Si ella supiera lo afortunada que me siento de tenerla conmigo. Pero no son consciente de ello, creo.
Si pienso en un sinónimo de felicidad, solo me sale Maya.
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