Llevo mucho tiempo queriendo escribir esto. Lo he pensado cada noche y cada mañana, pero tengo muy pocas oportunidades de sentarme frente al ordenador a escribir. ¡Fijaros! Otra cosa más a las que he tenido que renunciar por falta de tiempo a solas.
Quería escribir a Javi, mi marido. Por una sencilla razón. Últimamente, la vida nos tiene al límite: temas laborales, familiares, económicos, etc., etc.,... Estamos los dos a un tris de saltar con la vida. Pero, ¿con quién saltas en realidad? ¡Pues con el otro! A mi juicio, y es mi opinión. Nos falta tiempo a solas. Como cuando vivíamos en Valdemoro. Saber utilizar cada momento y aprovecharlo. Salir de las familias, de las visitas, salir... Salir a pasear, juntos, con nuestra propia familia. Ver películas para nosotros, series. No... individualizarnos.
Hemos llegado a tener cada uno su horario. Él ver sus cosas en la tele y yo irme con los niños a la cama. ¡Hasta la perra, últimamente, va por libre! Esa "independencia" por un lado me gusta. Podemos vivir separados, pero... es necesario que ambos queramos seguir viviendo juntos, sin llegar a ser compañeros de pisos, porque... vivir con alguien es eso, compartir un techo, unos gastos. Pero no es un matrimonio.
El matrimonio, con hijos, y con hijos pequeños, se sustenta por tener momentos de calidad. Y no hablo de sexo. Hablo de películas por la noche del gusto de los dos, o de cada día uno. Ver cosas que nos hagan reír, un abrazo, un beso, un masaje, una conversación donde no te sientas juzgado. Trabajar la confianza que creció en el principio y que debe mantenerse.
El matrimonio es duro, cuando las obligaciones te comen y hay un momento en que no sabes gestionarlas, o simplemente tienes un bajón por el peso que sostenemos a nuestras espaldas. Ese peso tiene que ser compartido, escuchado y hablado. Javi, somos un equipo, quiero seguir siéndolo, por lo que hemos formado, por lo que estamos formando y por todo lo que nos queda. Y sobre todo por mí. Porque te quiero en mi vida sin necesitarte en absoluto. No quiero ser compañeros de pisos, ni sólo compartir las penas y obligaciones de un hogar. Quiero más, porque yo no sé conformarme. Porque soy un culo inquieto y lo de quedarme sentada no va conmigo. Quiero una vida en la que en el último día de nuestras vidas, podamos decir que valió la pena hasta los momentos más aburridos.
Y todo eso se consigue siendo un equipo, donde cada uno pone lo mejor de sí, lo que le falta al otro. Siendo la fuerza y las ganas que a veces perdemos. Siendo la gasolina el uno del otro. Siendo el corazón (los dos) que mueva a esta familia.
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