La vida no es felicidad, es un camino cuesta arriba del que tienes que sacar lo mejor de él, ponerte en forma y continuar la subida, sin prisa pero sin pausa. Cada vez que se empina un poco más esa cuesta, debemos dejar volar nuestra positividad.
Es difícil explicar, pero la vida a veces te da un respiro, te deja ser feliz por un día. A veces, cuando tienes sed, te da una fuente y otras un oasis en el cuál descansar unos días. Pero como he dicho antes, sin prisa y sobre todo, sin pausa. La felicidad no es un estado, es un regalo, es un momento, es un recuerdo, es simplemente un sentimiento causado por algo. Causado por esa agua, cuando tenemos ser, o por ese oasis cuando hemos tenido días de oscuridad.
La vida es así, bella y cruel a la vez, dura y blanda, te maltrata para hacerte fuerte, y te recompensa antes de abandonarte. Te eleva tan rápido como te baja, y al bajarte, quizá te haga daño. Pero no importa, estamos hechos de experiencias, de viejas heridas, de heridas recientes que cicatrizan con cada alegría.
Estamos hechos de sueños, los que se esconden tras cada esfuerzo, tras cada meta, tras cada cuesta arriba. Parece un vídeo juego. Alcanzar cada sueño, te da más felicidad y esto te alarga la vida.
Jamás te rindas, sabes como yo que siempre hay una salida.
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