No creo mucho en el destino ni en que las cosas pasen por una razón. Creo que uno es dueño de su propio destino, y que nuestras decisiones y acciones son las que marcan el curso de nuestra vida. Pero por desgracia, las decisiones y las acciones de otros también influyen en este curso, y a veces no se puede hacer nada por evitarlo. Tal vez por eso me he aislado del mundo, me he encerrado en mí misma y he rechazado a toda persona, situación o posibilidad que pudiera arrebatarme el control de mi vida. No tengo problemas en admitirlo.
Las decisiones, malas y egoístas, de alguien ya afectaron demasiado a mi vida. Lo que me preocupa es mi repentina incapacidad de continuar con mi sensata estrategia, probablemente en el momento en que más necesidad hay de que lo haga.
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