"Mi padre me fue a buscar al colegio una vez. Me salté las clases y fuimos a la playa. Hacía mucho frío para meterse en el agua, así que nos sentamos en una manta y comimos pizza. Luego fui a casa, mis zapatos estaban llenos de arena y la fue dejando en todo el suelo de mi habitación. No sabía la diferencia, tenía seis años. Mi madre me gritó por el desorden, pero él no estaba enfadado, dijo que hace millones de años el desplazamiento del mundo y el movimiento del océano habían traído esa arena a ese lugar de la playa y yo me la llevé en los zapatos. Él decía que todos cambiamos el mundo. Eso es un buen pensamiento hasta que pienso en cuántos días y cuántas vidas necesitaría para traer un zapato lleno de arena a casa hasta que desaparezca la playa, hasta que la diferencia sea evidente para alguien. Todos los días cambiamos el mundo, pero para hacer un cambio significativo se necesita más tiempo del que tiene la gente. No ocurre de una vez, es lento, es metódico, es agotador. No todos tenemos estómago para ello."
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