Desde pequeños, siempre me han hecho creer que la magia es cosas magos, que tiene truco y que no existe, pero es porque no te conocen...
No saben que la magia es verte despertar a mi lado, sin prisa. Como si el tiempo esperase a que nos diésemos un poco más de amor hasta ponerse en marcha. Lo que nosotros queramos y cuando lo queramos.
No saben que la magia reside en los pequeños detalles, como, por ejemplo, en tu forma de coger el café con las dos manos como si fuese una niña pequeña a la que le da miedo que se le caiga al suelo su taza favorita, o en tu forma de morder el bolígrafo mientras estudias y, sobre todo, en esa manera que tienes de jugar con tu pelo cuando estamos tan cerca el uno del otro que ni el aire se atreve a molestarnos.
No saben que la magia es tener un mal día y que aparezcas tú de repente, por detrás de mí, tapándome los ojos y preguntándome: "¿quién soy?", convirtiendo un insignificante a cualquier problema por saber que te tengo a mi lado para enfrentarlo. Como si estos fuesen un mar y tú el barco de rescate.
No saben que la magia es todo lo que tenga que ver contigo.
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