sábado, 20 de agosto de 2022

Reflexiones nocturnas

 Ana ha visto como estoy. Hoy ha venido a casa. Y ha podido ver que soy un ser que tan solo transforma el oxígeno en dióxido de carbono. Que mis náuseas son constantes y la vida se me va junto con mis fuerzas. 

La enfermera que ha venido a casa para controlar mi tratamiento, por los resultados obtenidos no ha puesto muy buena cara. Todo se verá el lunes cuando se realicen, de nuevo, las pruebas.

En un momento así, hasta que un trabajador del súper se fije en ti, te levanta el autoestima. Casada, sí, estoy casada. Pero no voy a negar que en uno de los peores momentos de mi vida un piropo siempre alegra. Y más cuando pasas desapercibida por ir sumergida en tu mundo interior. Controlando la respiración y no toser más de la cuenta. Parece un pecado toser en público... O estornudar. La gente sigue teniendo su asma y sus alergias. No todo es covid.

También la enfermera me ha hablado del Covid. Ahora mismo, sí lo cogiera, estaría hospitalizada hasta que diera negativo puesto que mi cuerpo es muy posible que le costara salir de ello.

Cuando el mundo te prepara para todo aquello que puede pasar. Cuando el cuerpo roza límites que no sabías que existían, te preparas para el futuro. Cosas que antes te importaban, ya no. O pasan a ser secundarias. En otro momento, estaría pensando en qué piensa Sandra por no poder ir a su boda, o en qué decepción siento yo por no ir. Y hoy, solo pienso en cómo recuperarme y salir de ésta.

En teoría, hasta noviembre, mes en que nacerá la bebé, no terminaré de cuararme del todo y sin hablar de las secuelas que puedan quedarme. 

Un mundo sin mi tampoco cambiaría tanto. Es más, no cambiaría nada. Si importara a mi familia, hace días habrían venido del pueblo, ¿no? Y al final Javi tiene una vida paralela con su hijo. Nunca estaría solo. Además estaría bastante entretenido. Fuera de bromas, pase lo que pase, es lo que cada uno tenemos escrito.

Nunca he tenido miedo al final. De hecho, he buscado ese final numerosas veces por la vida que he tenido. Perder el miedo al miedo, es peligroso. No hay barreras que te impiden hacer locuras. Has perdido el respeto a la vida... O a la muerte. Eres más fuerte, o simplemente te da todo igual. Esto no quiero que suene como una tragedia, para nada. Es un tema que mucha gente esquiva, como si fuera tabú, y es algo que forma parte de la historia de cada uno. Es una fase más, sin más.

Me quedo tranquila que mis amigas más cercanas vean en qué condiciones estoy. No hay nada de exageración. Me ha tocado esto y lo llevo como puedo, sola. Por mucho que te pregunten, al final, los demás están fuera y sienten lo tuyo de aquella manera. Es normal. Es lógico. Puedes tener empatía y compadecerte de una persona, pero de ahí no pasa. Cada uno llevamos nuestra cruz y no por eso eres egoísta. Eso te hace ser persona. Todos vamos a lo nuestro, todos tenemos más preocupaciones. Y al final, estás sola.

Cómo os dije ayer, no me molesta estarlo. Llevo toda mi vida lidiando con ello, y muchas veces gracias a mis amigos he sentido lo que es pertenecer a una familia. Una familia que siente afecto por ti. Y es bonito. 

Os dejo que creo que el insomnio llega a su fin. Creo que ahora puedo irme a dormir algo más tranquila, ya que este tema hablarlo con Javi es imposible. Se tensa. En la vida suceden cosas, y no pasa nada, siempre has de quedarte con lo bueno... Lo malo duele, pero un rato. Siempre gana lo bueno. Hacerme caso. Pensarlo esta noche.



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