Ella es voraz y veraz, dos virtudes que amo y que son mucho más que un juego de palabras.
Ella vuela, con las piernas abiertas y me lleva tan alto que hace tiempo que perdimos el miedo de caernos.
Ella me hace sonreír, incluso cuando no toca. Y cuando toca, toca rugir y celebrarlo a carcajadas.
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