Están perdidas en los colegios
todas las muchachas con falda
que amé cuando era niño,
los balonazos que pegábamos
en las ventanas del porvenir
y los centímetros que le ganábamos al destino
según crecíamos.
Echo de menos las monedas de quinientas
y su milagro de los viernes,
cuando la libertad era un viaje en metro sin padres,
en la oscuridad de un cine de barrio
o quizá algún beso sin saliva
y sus instantes previos
cuando nos latía el corazón en todo el cuerpo.
Nos despertamos de repente,
como si la vida nos empujara de la cama
y cayéramos de golpe contra la realidad
y ya no quedaba tiempo para equivocarse.
Si hubiera sabido entonces lo que sabes ahora
la habrías besado - piensas.
Si hoy supieras lo poco que sabías entonces
tal vez no tendrías miedo a recaer en aquella mujer - piensas.
Qué cosa extraña la vida,
qué desorden tan calculado
y los sentimientos que son números decimales
nunca cifras concretas.
Ahora por fin tienes barba -tal y como querías-
te afeitas cada día -maldiciendo que crezca tanto-
y ves a la adolescencia agitando sus pañuelos
en la estación de las obligaciones
y te acuerdas cuando la infancia se caía de un columpio
y regresabas sudando, con las rodillas moradas...
a una tarde de nocilla y televisión.
Y sientes miedo.
Bienvenido a la madurez.
Marwan
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.