La intimidad no sólo comienza en la alcoba, sino en una simple conversación del día a día, en una mirada, en el aroma del otro, en el sonido de su voz, cada detalle puede apreciarse como un gesto tentador, insinuante, excitante. Es saberse dueños de las caricias más privadas, y así mismo, enfrentar juntos a los demás aspectos de la vida porque saben ser cómplices.
No hay nada tan agradable como estar en una relación en la que ambos viven sin temores, resistencias ni tabúes, ya que ayuda a disfrutar de una sexualidad más plena. Las fantasías son la sal de la vida, diviértanse, jueguen, exploren y recuerden los límites, es cualquier cosa con la que ambos se sientan cómodos, sobre todo, si terminan con una sonrisa en la boca.
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