domingo, 7 de octubre de 2018

Mi vecina de arriba

Vivo solo en un pido pequeño de una habitación. Cuando me mudé, coloqué en la habitación el piano eléctrico y acostumbrado a tocar por las noches (con los auriculares puestos, claro). A los pocos días, el portero me dijo que la vecina de arriba se había quejado porque escuchaba algo así como sonido de tambor y llegué a la conclusión de que era el ruidito de mis dedos al golpear las teclas. Me dijo que la mujer de arriba era mayor, soltera y médico. Trasladé el piano al salón y ahora cada vez que me acuesto siento que ella está arriba, en su cama, atenta y vigilante. A veces pienso si mis sueños podrían despertarla, porque yo sueño muy fuerte, e intento imaginar quién es esa mujer desconocida que duerme a pocos metros de mi, sólo separados por un fino techo que deja pasar el más mínimo sonido. Dormimos muy cerca, solos, y seguramente nunca conoceremos nada el uno del otro, como esos secretos ocultos que guardan tantos matrimonios. Esta noche, antes de cerrar los ojos miraré hacia el techo y susurraré suavemente: 
-que duermas bien, mi amor.
Buenas noches-.

Luis Ramiro


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