Lo que más me gusta de ti es que nunca te rindes. No es algo que diga por decir, se nota. Cada vez que vinieron tormentas de miedo, las apagaste con tus risas, con tus fuerzas, con tus ganas. No había nada, pero, incluso así, apagaste el miedo.
Y mira que no te lo han puesto fácil. Otra persona en tu lugar estaría perdida en medio del Sáhara. Pero tú aguantas. Que no sea por no intentarlo. Cumples siempre que esperan algo de ti, y si no, también.
No necesitas estar pendiente del móvil, ni de la vida de nadie para demostrar que estás a gusto. Sí, exactamente lo contrario a la mayoría.
Un día desapareces para perderte con el coche por sabe Dios dónde y el siguiente vuelves a aparecer risueña como el día que naciste.
Te gusta disfrutar las cosas al máximo. Los pequeños detalles que nadie encuentra. Tantos que algunos no se los cuentas jamás a nadie.
Te gusta poner la música alta, que suene Ed Sheeran, que se apague la luz y que llegue mañana, bailando en el espejo.
Y yo qué sé, tienes unos labios tan bonitos que no me importaría dormir en ellos. Aunque me destaparas.
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