Fue el momento de tomar una decisión. No era, desde luego, la más fácil ni la más cómoda. Pero fueron demasiadas noches en vela y días de pensar mirando fijamente un punto. Si lo comentaba por ahí, con mi familia y amistades, las caras siempre eran las mismas.
Aunque muchas veces no dijeran nada, reflejaban decepción. Como si al tomarla fuera a cagarla para siempre. De todas maneras, entiendo que querían lo mejor para mí.
Y sí, ha pasado el tiempo; y sí, a contracorriente, decidí tomarla. No niego que con miedo. Los cambio acojonan y más de ese calibre.
Pero ha pasado el tiempo...
Me sirvo un café, me siento frente a la ventana. Le echo un poco más de azúcar, pongo un poco de música.
Qué buen sabor de boca que las cosas salgan bien. Que el tiempo ponga en su lugar las decisiones más complicadas.
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