Los cinco minutos de una canción que nos transporta, que nos hace pensar. O simplemente bailar hasta el amanecer.
Los cinco minutos de después del sexo. Con las caricias, la respiración agitada, el temblor de las piernas. El recuerdo de un orgasmo inolvidable.
Los cinco minutos antes de dormirte. Unas noches se alargan pensando y otras no llegan a cumplirse. Pero siempre sacas algo en limpio.
Los cinco minutos que pasan entre empieza a lloviznar y caer fuerte. Aceleramos el paso mientras abrimos el paraguas.
Los cinco minutos que faltan para que llegue el autobús. O los cinco que necesitabas para no perderlo mientras lo ves marcharse a lo lejos.
Los cinco minutos previos al primer beso. Que sientes que va a ser. Que hay magia y conexión. Flotas y no sabes hasta dónde.
Los cinco minutos para ir al balo, pillar unas palomitas y poner el próximo capítulo de Netflix. Los cinco minutos más, que ojalá fueran eternos.
Nunca desprecies cinco minutos: pueden dar mucho más de lo que crees.
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